PRIMER D'ESO ETAPA DEPREDADORA
material d'ampliació |
Fuego en Atapuerca Ciervo de Atapuerca a la brasa. Fue el plato que se merendaron, hace casi 200.000 años, un grupo de humanos, probablemente de la especie "Homo heidelbergensis", que poblaban lo que ahora es la provincia de Burgos. Los restos de aquel banquete, descubiertos este mes en Atapuerca, aportan la prueba más antigua del uso de fuego en la península Ibérica. Más allá del récord, el descubrimiento ayuda a entender cómo se difundió el fuego entre las sociedades prehistóricas. Lo que han encontrado los investigadores son restos de carbón mezclados con huesos carbonizados de ciervos y de otros animales en el yacimiento del Elefante, informó ayer Eudald Carbonell, codirector de la excavación, en entrevista telefónica. Más o menos lo mismo que podrían encontrar, dentro de 200.000 años, los arqueólogos que descubrieran los restos de una "costellada" del siglo XXI. Quienes encendieron aquel fuego fueron probablemente los ancestros de los neandertales: los "Homo heidelbergensis". Era una especie humana mucho más robusta que la actual, en la que los adultos solían medir alrededor de 1,70 y pesar 80 o 90 kilos, aunque los más altos podían llegar casi a los dos metros y a los 120 kilos. Eran todo músculo y, según los fósiles hallados en Atapuerca, se alimentaban bien. El ciervo de su banquete no fue la primera carne a la brasa que se hizo en Europa. Los "Homo heidelbergensis" de Schöningen y Bilzingsleben, en Alemania, ya dominaban el fuego hace casi 400.000 años y en Terra Amata, cerca de Niza (Francia), hay restos de una hoguera de hace 350.000 años. Pero en Atapuerca nunca se habían encontrado restos de fuego, pese a que se han excavado sedimentos de hace entre 250.000 y 350.000 años. "El fuego era una de las dos piezas que nos faltaban en el rompecabezas de Atapuerca", explicó ayer Eudald Carbonell. Los distintos yacimientos de Atapuerca tienen antigüedades distintas y se solapan entre ellos, de modo que "abarcan la historia completa de la humanidad en el último millón de años. Pero era una historia incompleta porque nos faltaba el fuego". ¿Cuál es la otra pieza que falta? "Los neandertales, pero aparecerán." Carbonell y el resto del equipo de Atapuerca también había predicho que el fuego aparecería. Es más: habían predicho que era probable encontrarlo en sedimentos de unos 200.000 años como los del Elefante. El descubrimiento "refuerza nuestra teoría sobre la difusión del fuego", declaró ayer Robert Sala, miembro del equipo de excavación. Según esta teoría, entre la invención del fuego y su difusión a todos los grupos humanos, hubo un largo periodo durante el que sólo las sociedades más avanzadas dominaron el fuego. Igual que ocurre en la actualidad con el ordenador o hace unas décadas con la bombilla. "Había unos grupos a los que les iba mejor y otros a los que no les iba tan bien -explica Robert Sala-. Los resultados de las excavaciones rompen con la idea de que la prehistoria fue una época idílica en que los humanos vivían en comunión con la naturaleza." JOSEP CORBELLALa Vanguardia - 26/07/2001
|
EVOLUCIÓN
|
Gordos con causa La selección natural actuó durante miles de años, favoreciendo la perpetuación y trasmisión de ciertos miedos y ahora muchos de nosotros estamos genéticamente destinados a aprenderlos, de una forma prácticamente irracional. Nos encontramos ligados a unas circunstancias que ya no existen y que, sin embargo, continúan condicionando nuestras vidas. Quizás, incluso, en mayor medida de lo que podríamos pensar. Está unánimemente aceptado, por ejemplo, que el estilo de vida actual, sedentario y con abundancia de alimento, ha motivado que el número de casos de sobrepeso esté aumentando de forma alarmante, y con él, los de diabetes de tipo 2 y de dolencias cardiovasculares, como la hipertensión o la aterosclerosis. Aparentemente, el organismo de miles de seres humanos parece no poder adaptarse a esta nueva situación de opulencia y se ve arrastrado a ganar y ganar peso, sin que se pueda hacer gran cosa para evitarlo. El por qué de esta situación se explica con una historia que tiene su origen en el mismo inicio de la humanidad. En la evolución de lo que ahora es el “Homo sapiens sapiens” convergen múltiples factores ambientales y genéticos, que se refuerzan y se empujan unos a otros y que aparecieron en nuestro camino como una carrera de obstáculos en la que la carrera es la evolución y los obstáculos los cambios ambientales. El paso al bipedismo, el aumento del tamaño del cerebro o el omnivorismo que nos han llevado a ser la especie que somos no han sido más que adaptaciones para vencer las dificultades que nos iban saliendo al paso. La desertización del paisaje africano en el que empezamos nuestras andaduras tiene mucho que ver en este proceso. Nuestros ancestros, originariamente herbívoros, tuvieron que desarrollar nuevas estrategias para encontrar alimento, los pequeños cerebros tuvieron que crecer para construir comportamientos cada vez más complejos, el desplazamiento a cuatro patas dejó de ser eficiente en un ambiente con escasos árboles y poco a poco se fue imponiendo un bipedismo que nos permitió desplazarnos con mayor eficiencia y recorrer distancias más largas para encontrar alimento. Los Austrolopitecos optaron por desarrollar unas fuertes dientes y mandíbulas que les permitieron explotar uno de los recursos disponibles: hojas y tallos de hierbas duras y fibrosas. Nuestros antepasados más próximos optaron por convertirse en cazadores (o carroñeros) e incorporar la carne a su dieta. Algo que a su vez les permitió disponer de las calorías necesarias para alimentar un cerebro con crecientes requerimientos energéticos, y que se adaptaba paulatinamente para desarrollar nuevas estrategias de caza, de manipulación de herramientas y de comportamientos sociales. Como un espiral vicioso, la selección natural fue modelando todos los engranajes de la evolución, y unos empujando a otros nos han convertido en seres humanos ¿tendentes a la obesidad? Lo cierto es que la condición genética de muchos de nosotros está adaptada a una situación de escasez de alimentos que ha predominado a lo largo de toda la historia de la humanidad y que sólo empezó a cambiar cuando el hombre se convirtió en agricultor y que ahora ha acabado de virar radicalmente. James V. Neel, genetista y diabetólogo, formuló la que él llamó la teoría del “gen ahorrador”, reformulada como teoría del “genotipo ahorrador”. Según Neel, para sobrevivir a los largos períodos de hambruna, el genotipo de nuestros antepasados evolucionó para almacenar la energía de forma muy eficaz. Los individuos que eran capaces de sobrevivir en tiempos adversos eran los que tenían mayores ventajas adaptativas, los que tenían más posibilidades de llegar a edad adulta, reproducirse y transmitir sus genes a la descendencia. Sea o no cierta esta teoría, la verdad es que los mecanismos biológicos que combaten la pérdida de peso son numerosos y redundantes. Las razones pueden no ser claras, pero el cuerpo humano tiende a mantener el peso más elevado que alcanza y ante la pérdida de peso, los mecanismos biológicos para recuperarlo entran en acción con toda su fuerza. Todo parece indicar que, una vez más, el ser humano arrastra una carga evolutiva que ha quedado fuera de contexto. Los que en otros tiempos contaban con las mayores ventajas para sobrevivir, en el mundo moderno son los que tienen mayores dificultades. Con el añadido de que no sólo ha cambiado el ambiente sino también nuestra forma de actuar en él. Conseguir comida ya no nos cuesta esfuerzo físico. Ni siquiera en las épocas pasadas de mayor abundancia nos habíamos librado, como ahora, del trabajo físico para sobrevivir. Volver a contextualizarnos nos costaría muchísimos años más de evolución. La selección natural ya no nos atenaza como en épocas pasadas. El hombre está aprendiendo a burlar sus mecanismos a golpe de avances médicos y, en consecuencia, los procesos evolutivos se ralentizan. ¿Qué mejor entonces que transformar el ambiente artificiosamente? Parece claro que lo que nos conviene, aunque no sea lo que muchos querrían leer, es comer menos y mejor y cansarnos un poco de vez en cuando. Quizás mucho esfuerzo para el que aún no tenga en su genoma las variantes de los genes del “miedo a engordar”. EVA TARRAGONA - LA VANGUARDIA 30/08/2004
|
Los primeros catalanes vivían en Terrassa Las obras de construcción de una estación de tren en el parque Vallparadís de Terrassa (Vallès Occidental) han hecho aflorar las evidencias de presencia humana más antiguas de Catalunya conocidas hasta ahora. En el hallazgo, se han descubierto las herramientas que utilizaban los que tal vez fueron los primeros catalanes: utensilios para la industria lítica (herramientas de piedra) de hace un millón de años. MAITE GUTIÉRREZ LA VANGUARDIA - 21/12/2005 Un mundo peligroso
Hallan en Terrassa herramientas y fósiles de animales de 900.000 años de antigüedad
La Vanguardia 20/12/2005
|
LLUÍS AMIGUET ENTREVISTA A DEREK BICKERTON, INVESTIGADOR DEL ORIGEN DEL LENGUAJE HUMANO
LA VANGUARDIA - 19/08/2002
Si nuestro material genético apenas se diferencia del de un chimpancé, ¿por qué el abismo intelectual entre ellos y nosotros? -¿Por la evolución? -Hummmm. Darwin explica que la evolución avanza a pasitos: lenta y regularmente. Y así es: nosotros estamos siete millones de años evolucionando a pasitos, pero de repente, en los últimos 100.000 años, conseguimos una enorme explosión de progreso y tecnología que nos da el dominio sobre el planeta. -¿Por qué de repente? -Porque ahí aparece el lenguaje. -Pero ¿por qué en ese momento? -...Y, sobre todo, ¿por qué de golpe? Si hubiésemos evolucionado con el pasito a pasito darwiniano, los fósiles nos dirían que teníamos ya la mitad de capacidad para el lenguaje hace 3,5 millones de años en la mitad de nuestra historia de siete. Y no es así. -¿Qué pasó? -De entrada, el lenguaje no surge ex novo. Los científicos estamos de acuerdo en que antes del lenguaje humano tuvimos un protolenguaje, el mismo que hoy podemos enseñar a un mono o a un loro. -¿A un loro? -Sí, los loros no sólo repiten, también hablan. Irene Pepperbeig ha enseñado a su loro "Alix" a hablar ese protolenguaje. De hecho, cualquier animal que tenga una relación cuerpo-cerebro suficiente lo habla. -¿Hablan? ¿De verdad? -Usted le enseña a un mono una banana y luego la palabra banana. Le costará tres o cuatro mil repeticiones, pero el mono lo aprende. Luego dirá la palabra sin que él vea la banana y él le pedirá una. Pero lo bonito es que el chimpancé aprenderá la segunda palabra con 2.000 repeticiones y la tercera con 1.000 y al final con muy pocas repeticiones... -El monito tendrá un vocabulario. -¡Más que eso! Podrá unir conceptos. Como hacía el loro "Alix": "‘Alix’, pipas"... "¡Alix" quiere pipas! ¡"Charlie", bananas! ¡El chimpancé "Charlie" quiere bananas! -Con eso ya se pueden ganar la vida. -¡Y más! En seguida los chimpancés del laboratorio empiezan a pedir: "Hazme cosquillas". Y para juntar las palabras no se les entrena. De algún modo saben hacerlo, tienen esa estructura innata de protolenguaje. -Como nosotros. -Sí, pero eso aún no explica cómo llegamos a poder hablar como hoy. -¿Un terremoto? ¿un ovni? -No, no. Nuestro cerebro creció por diferentes causas, algunos sostienen que por algo tan sencillo como para irradiar calor...Yo creo que por una combinación de factores, pero tener un cerebro más grande no explica aún el nacimiento del lenguaje. Y, cuidado, tener un cerebro más grande tampoco significa automáticamente ser un animal más listo. -Eso está claro hoy también. -Además de millones de neuronas, necesitabas conectividad. La inteligencia es conectividad. Y para superar el protolenguaje y llegar al de hoy necesitábamos velocidad de cálculo. Hay que ser capaz de analizar en milisegundos conceptos y enviarlos en el orden exacto a los órganos motores del habla. -¿Y cómo aprendimos? -Somos hijos de la necesidad y el lenguaje también. En los árboles teníamos alimento de forma más inmediata, pero en la sabana había que correr y no teníamos tiempo evolutivo para transformarnos en veloces depredadores. Así que aprendimos a lanzar pedruscos y palos para cazar el conejo o disuadir a la fiera. -¿Y qué? -Para aprender a lanzar un objeto necesitas un dificilísimo cálculo mental que no tiene ningún otro animal sobre el planeta. La trayectoria de tu brazo, el momento en que debes detenerlo, el impulso... Ese desarrollo cerebral sirvió también para que pudiéramos empezar a hablar de verdad. -Pero ¿para qué queríamos hablar? -Por lo que los paleoantropólogos denominan "altruismo recíproco". -Usted dirá... -Por ejemplo, hoy en una manada de elefantes, el 85 por ciento de los coitos los monopoliza el macho alfa: el supermacho. Algo parecido sucede en muchos primates. -Estupendo para él. ¿Y...? -Nuestros antepasados elaboraron estrategias de alianza y cooperación para superar al supermacho. Esas estrategias requerían lenguaje abstracto. O aprendían a hablar o nada de hembras. -Por ejemplo... -"Tú vigilas que no llegue el jefe y hoy me toca a mí con las hembras". Y el otro necesitaba contestar: "Pues ayer ya fuiste tú, hoy me toca a mí". De forma que se desarrollaba el primer grado de abstracción lingüística: los tiempos. Tenía que haber un ayer, un hoy y un mañana en el lenguaje. Y sujetos distintos y eso era ya pensar de dentro afuera. -Lo comprendo perfectamente. -¡Dejamos de vivir siempre en el presente como los demás animales! Ya no éramos como "Alix" y su "yo, pipas". -¿Y de ahí a la teoría de la relatividad? -Una vez iniciado el primer grado de abstracción, las alianzas contra el supermacho dieron origen a organizaciones sociales complejas... La tecnología más poderosa es el modo en que nos organizamos los humanos. -Y también la más peligrosa. -Sí, pero al tener lenguaje, primero limitado y en pequeños grupos y luego más y más complejo, desatascamos la máquina evolutiva. Al poder crear símbolos y abstracciones, incluso arte y representaciones, conseguimos la revolución simbólica y tecnológica que desembocaría en lo que hoy somos.
|
Los científicos hallan el origen del arte
Tres pequeñas esculturas de hace más de 30.000 años talladas en cuerno de mamut aportan la prueba más antigua de arte figurativo, afirma su descubridor, el arqueólogo Nicholas Conard. Estas primeras obras de arte, según el investigador, fueron empleadas probablemente por chamanes en ceremonias rituales. Las esculturas –un ave acuática, una cabeza de lo que parece ser un caballo y una criatura mitad humana y mitad felina– se han encontrado en la cueva Hohle Fels, a 20 kilómetros de Ulm, en el sudoeste de Alemania. El caballo tiene una antigüedad de entre 30.000 y 31.000 años y las otras dos piezas, de 31.000 a 33.000. “En ningún otro lugar del mundo se ha hallado arte figurativo de esta antigüedad”, ha declarado Nicholas Conard, de la Universidad de Tübingen (Alemania), en entrevista telefónica. Sí se ha hallado arte no figurativo, como figuras geométricas talladas en huesos de elefantes prehistóricos de hace 450.000 años. Y esculturas de forma ambigua que algunos investigadores consideran figurativas y otros no, como una Venus de hace 230.000 años hallada en Palestina. Por el contrario, las piezas de Hohle Fels son una prueba inequívoca, la más antigua por ahora, de arte figurativo. Aunque no se han encontrado fósiles humanos junto a las esculturas, los científicos creen que fueron obra de individuos de nuestra especie, “Homo sapiens”, y no de neandertales que también poblaban Europa en aquella época. La razón es que las piezas fueron esculpidas con lo que los arqueólogos llaman tecnología auriña-ciense, que en otros yacimientos se ha encontrado asociada a restos de “Homo sapiens”, pero nunca a restos de neandertales. Han aparecido otras quince tallas de antigüedad similar en otros tres yacimientos próximos a Hohle Fels, informa el arqueólogo. Esto demuestra, por un lado, que unos grupos enseñaron a otros la técnica para tallar las esculturas. Por otro lado, indica que las piezas cumplieron una misma función en grupos distintos –ya que, de otro modo, no se hubieran tomado la molestia de tallarlas–. “Creemos que aquella gente vivía en grupos de quince o veinte personas y que se encontraban ocasionalmente con otros grupos con los que tenían lazos familiares”, aclara Eudald Carbonell, arqueólogo de la Universitat Rovira i Virgili y codirector de las excavaciones de Atapuerca. “Es como si usted va a visitar un primo suyo que vive en otra ciudad –añade Conard–. Si sabe algo nuevo, se lo contará y le enseñará a hacerlo.” En cuanto a la función que cumplían las esculturas, “no podemos saberlo con certeza, pero la hipótesis más plausible es que fueran empleadas por chamanes”, según Conard. Otros investigadores han propuesto que las representaciones de animales se utilizaban como amuletos para la caza, lo cual es plausible en algunos casos, como los bisontes de Altamira, pero no en otros como el hombre-león de Hohle Fels. También se ha propuesto que las culturas del paleolítico representaban a animales poderosos y agresivos a los que admiraban, lo cual cuadraría con el hombre-león, pero no con el ave acuática, señala Conard. Por el contrario, “el ave puede volar como cuando uno está en trance y tiene la impresión de salir de su cuerpo y puede hundirse bajo el agua como un chamán que entra en el mundo de los espíritus”, observa Conard. Este uso de tallas de pájaros, añade, se ha observado en culturas chamánicas de Siberia.
|
Para ser humanos no basta con ser inteligentes
Ahí va la primera pregunta que usted plantea siempre a sus alumnos: ¿para qué nos sirve conocer la prehistoria? -Para conocernos mejor a nosotros mismos: saber cómo hemos interactuado con el entorno, cómo se inventó la tecnología o por qué somos como somos físicamente. -Déme un ejemplo. -Las mujeres tienen dificultades en el parto porque somos bípedos y se cierra la pelvis. -Y que Eva se comiera la manzana... -No tiene nada que ver. -¿Qué le parecen explicaciones como esta? -Los humanos siempre hemos buscado respuestas a través de la fe. Las creencias tienen su origen en la prehistoria. -¿Se conoce poco la prehistoria? -No tan poco como antes. Lo que pasa es que es un periodo remoto sobre el que sólo tenemos piedras, huesos y cenizas. -¿Qué es Schola. Didàctica Activa? -Una empresa de divulgación de la prehistoria y la historia dirigida a las escuelas que creé hace diez años. Tenía claro que quería dedicarme a enseñar y no a investigar. -¿De ahí viene el libro? -Es una versión didáctica de la prehistoria, el resultado de diez años de explicarla. -¿Qué aspectos le interesan más? -La cuestión de las inmigraciones. Leyendo el libro descubrirá que todos venimos de fuera, nadie es de aquí. Somos una mezcla de mucha gente y esto nunca nos ha perjudicado, nos hace mejores. -¿Qué supuso el descubrimiento del fuego? -Fue el primer paso hacia la calidad de vida. Podría ser comparable a lo que significó el Seiscientos en los años sesenta, una revolución técnica. Con el fuego el hombre alargó las horas de luz, desarrolló el habla... -¿Qué tienen que ver el habla y el fuego? -Estar alrededor del fuego por la noche probablemente favoreció el lenguaje. -Películas como "En busca del fuego", ¿reflejan fielmente la realidad? -Refleja una época en que el fuego sólo estaba al alcance de unos pocos y todos se peleaban por conseguirlo. Podría haber sucedido así. Es una película que está muy bien pero que ha pasado de moda, lo mismo sucederá con mi libro dentro de unos años. -¿En qué sentido? -La película pinta a los neandertales mucho más "animales" de lo que fueron. Creían peyorativamente que eran una especie más primitiva. Pero se ha descubierto que hubieran sido tan humanos o más que los sapiens. -¿Por qué se extinguieron? -Desaparecieron con la llegada a Europa de los sapiens, que somos nosotros que venimos de África. Hay varias hipótesis. -Cuénteme una. -Que los sapiens les contagiáramos algo que no consiguieran solucionar, quizá eran más débiles inmunológicamente. -¿Hay tópicos falsos sobre la prehistoria? -Sí. Se cree que los primitivos vivían en cuevas, pero también había cabañas. O que las mujeres se quedaran a barrer la cueva mientras los hombres salían a cazar. (...) -¿Qué significa ser humano? -No basta con ser inteligentes, se trata de utilizar esta inteligencia de forma positiva. Todavía hay guerras y hambre en el mundo. |
(el concepto de propiedad)
En diferents epoques i/o llocs la Terra s'ha considerat de diferents maneres. Alguns dels seus elements han tingut, per exemple, significat religiós o fins i tot magic, d'acord amb la cultura propia del poble en aquell lloc i epoca. Els contrastos culturals en les actituds envers la natura, la propietat de la Terra i el seu valor queden ben il lustrats en el conflicte entre els aborígens i les companyies mineres internacionals a Australia. Les companyies mineres volen explotar-hi les riques reserves de bauxita i urani i veuen aquesta vasta area com una font de riquesa i de recursos que cal extreure i utilitzar. Els aborigens consideren la natura com una cosa viva de la qual ells formen part i com un magatzem renovable amb el qual ells han de viure en equilibri. Per a ells l'explotació minera és danyar la natura i destruir la seva terra i el seu paisatge, cada característica del qual està relacionada amb els seus orígens com a poble i molts trets del qual tenen significats religiosos eterns. BRADFORD, M.; KENT, A., Understanding Human Geography, 1994 Resumiu les dues visions contraposades sobre l'ús de la natura que apareixen en el text. |